Aunque no existe un tratamiento concreto para combatir el Síndrome del Intestino Irritable (SII), también conocido como colon irritable, entre la comunidad médica y científica hay un gran consenso en torno a la premisa de que una dieta personalizada que evite determinados alimentos es una herramienta eficaz para ayudar a controlar los síntomas.
La dieta para el colon irritable ha de ser variada y equilibrada, así como poco restrictiva. Pero hay ciertos alimentos que están asociados a la presencia de gases, la distensión abdominal y las molestias intestinales que es recomendable evitar o, cuando menos, limitar su consumo.
- Alcohol
- Café
- Refrescos
- Chocolate
- Verduras crudas
- Verduras flatulentas como la col, la coliflor, el brócoli y las coles de Bruselas
- Determinadas frutas ricas en fructosa: manzana, pera, mango, melocotón, nectarina, albaricoque, uvas, caquis, cerezas, chirimoya, ciruelas, higos y dátiles
- Cebolla
- Legumbres
- Lácteos
- Germen de trigo
- Alimentos grasos, especiados y picantes
- Dulces y edulcorantes (almíbar, miel, mermeladas, confituras)
- Frutos secos
- Moniato
Algunos de los alimentos presentes en la lista son muy ricos en carbohidratos no absorbibles y altamente fermentables, de manera que, cuando son metabolizados por las bacterias de nuestro intestino, generan gases que provocan distensión intestinal, hinchazón, meteorismo etc.
También es recomendable evitar alimentos ultraprocesados ricos en azúcares, grasas trans y aditivos, una recomendación que, por otra parte, es extensible a cualquier persona, aunque no padezca el Síndrome del Intestino Irritable.
En cuanto a la ingesta de fibra, se debe potenciar la fibra soluble presente en algunas verduras, hortalizas y frutas, en detrimento de la fibra insoluble presente en los cereales integrales. El motivo es que la fibra insoluble cuesta más de digerir, dando lugar a molestias típicas de este síndrome, como la hinchazón abdominal, los gases, etc.
¿Es recomendable eliminar la lactosa y el gluten de una dieta para colon irritable?
La lactosa es un carbohidrato del grupo de los fructooligosacáridos presente de forma natural en los productos lácteos y como ingrediente en algunos ultraprocesados (como el jamón de York o el pavo). Al ser mal absorbido por el intestino delgado, puede favorecer la aparición de gases y menor consistencia de las heces por arrastre de agua. Por ello es recomendable evitar su consumo y optar por los lácteos elaborados sin lactosa.
La necesidad de evitar o eliminar el gluten en la dieta para el colon irritable, en cambio, no está tan clara. Es cierto que en personas con una disposición genética a tener intolerancia al gluten puede ser beneficioso eliminarlo de la dieta, pero si no se padece celiaquía el hecho de comer sin gluten podría no aportar ningún beneficio a las personas que siguen una dieta para colon irritable.
Una alternativa a comer sin gluten podría ser excluir de la dieta los fructanos, presenten sobretodo en el trigo, y mantener otros cereales con menos contenido en gluten y fructanos, como la espelta y la avena.
De todos modos, las intolerancias personales están muy presentes en las personas con intestino irritable, por lo que es crucial contar con un diagnóstico fiable que nos permita encontrar una pauta terapéutica individual más dirigida y efectiva.
La dieta FODMAP
La dieta FODMAP (acrónimo en inglés de Polioles Fermentables, Oligosacáridos, Disacáridos, Monosacáridos y Polisacáridos) fue creada por la Universidad de Monash, en Australia, con el objetivo de eliminar dichos componentes de la alimentación diaria de los pacientes y controlar así los síntomas más frecuentes del Síndrome del Intestino Irritable. Se trata de alimentos ricos en carbohidratos que son mal absorbidos en el intestino lo que puede derivar por su actividad osmótica y por la fermentación de las bacterias intestinales a síntomas tales como gases, hinchazón, dolor abdominal e incluso diarrea.
En múltiples estudios se ha observado una mejora clínica tras una dieta restrictiva en FODMAP, sin diferencias por subtipo (estreñimiento, diarrea, alterno). Sin embargo, mantenida durante bastante tiempo puede ocasionar alteraciones nutricionales. Por ello, se recomienda eliminar dichos alimentos durante un periodo de 6 semanas para después empezar a reintroducirlos poco a poco, observado si aparecen o no síntomas, para poder valorar la tolerancia individual a ciertos alimentos.
Dieta supervisada por un nutricionista
La dieta FODMAP excluye una gran variedad de alimentos: fruta (aguacate, albaricoque, breva, caqui, cereza, ciruela, pasas, dátil, frambuesas, guayaba, lichi, manzana, melocotón, mango, melón amarillo, mora, nectarina, pera, sandía, conservas de fruta, frutas desecadas y zumos de fruta), verduras y hortalizas (alcachofa, ajo, brócoli, espárragos, cebolla, coliflor, champiñones, escarola, hinojo, maíz dulce, puerro, pimiento rojo, remolacha, repollo, setas y salsa de tomate), lácteos (leche de vaca, cabra y oveja, yogur, helado, nata, quesos blandos, mantequilla, postres lácteos y productos elaborados con leche), legumbres (garbanzos, lentejas, judías blancas, guisantes, habas y soja), cereales (trigo, centeno, arroz integral, cereales, espelta y amaranto), carne (hamburguesas, salchichas y embutidos), frutos secos (almendras, pistachos, avellanas, cacahuetes o anacardos) y miel.
Por ello es muy importante seguir siempre esta dieta bajo la supervisión y control de un nutricionista especializado, como los que encontrarás en nuestro cuadro médico.